1 de octubre de 2014

LOS PELIGROS DE NO AMAMANTAR AL BEBÉ.

OMS: "No hay mejor leche que la humana"

La lista de beneficios que aporta la leche materna al bebé ocupa más páginas que Guerra y paz y continúa creciendo. Los bebés amamantados tienen tres veces menos probabilidades de padecer obesidad, un mayor cociente intelectual o un sistema inmunológico mucho más robusto que los protege de diarreas o neumonías, por mencionar solo algunas ventajas de este auténtico oro biológico que acompañará al individuo para siempre. “Un triunfo para toda la vida” es, de hecho, el lema de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que en España se celebra la primera semana de octubre.

¿Por qué, entonces, tantas mujeres tiran la toalla? Aunque a la salida del hospital la mayoría de las madres (el 80 %) da el pecho, a los tres meses solo el 52,5 % de los niños toman leche materna en exclusiva, una cifra que se reduce al 36 % a los seis, según datos de la Asociación Española de Pediatría. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda amamantar al hijo de forma exclusiva hasta los seis meses de vida, y seguir con la lactancia, junto con otros alimentos, hasta los dos años o más.

“Si los riesgos de no apoyar la lactancia fueran más conocidos, se impulsarían las medidas de apoyo”, señala María Teresa Hernández, coordinadora de la Iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia (IHAN). Lanzada por la OMS y UNICEF, acredita a los hospitales que cumplen una serie de requisitos con un sello que se identifica con una atención respetuosa y de calidad.

Todas las mujeres tienen cantidad de leche suficiente para alimentar a sus bebés” (Gracia Fernández, matrona)

“Siempre se habla de beneficios, pero no es lo mismo que hablar de riesgos”, señala la pediatra, que también es responsable de la Unidad de Lactancia Materna del Departamento Valencia-Dr. Peset, pionera en España. “A nadie se le ocurre hablar de los beneficios de respirar frente a no respirar. Se trata de respirar para vivir. La lactancia es la forma natural de alimentación en los primeros meses. Cuando lo natural se altera en etapas tan tempranas de la vida, se altera también el desarrollo, disminuyen las defensas del bebé y aumentan los riesgos de enfermedad en madre e hijo”. La OMS añade: "La lactancia materna también es beneficiosa para las madres. Reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovario en el futuro, ayuda a las mujeres a recuperar más rápidamente su peso anterior al embarazo y merma las tasas de obesidad".

“Hay cada vez más estudios que descubren sustancias beneficiosas en la leche, como hormonas que favorecen el crecimiento intestinal y el desarrollo cerebral. Esto supone que, años después, los niños que no tomaron pecho tienen más probabilidades de ser celiacos, padecer diabetes y otras enfermedades crónicas”, indica Hernández. Uno los estudios recientes más sonados, publicado en agosto en la revista Science con el título 'La primera comida funcional de la naturaleza', resalta de nuevo cómo los beneficios van mucho más allá de la nutrición. Pero pueden llegar más sorpresas, señala Hernández: “Es un terreno bastante olvidado en investigación; hay lagunas de conocimiento”.

Motivos para amamantar, por tanto, hay a toneladas. Pero también abundan los problemas. “Amamantar a un hijo puede ser fácil y placentero. Y hay que facilitar esta práctica a las madres, acabando con la percepción de que si una mujer no puede amamantar, no pasa nada”, apunta Hernández. Se trata, indica la pediatra, de recuperar esa “cultura de lactancia en la que las madres transmitían a sus hijas que lo normal era amamantar”.

La matrona Gracia Fernández, experta en lactancia del centro de preparación al parto MásNatural, incide en este punto. “Procuro infundir seguridad en las madres asustadas por lo que les cuentan las familiares o amigas que perciben la lactancia como algo que no es para todo el mundo. 'Mi madre casi no tenía leche, mi hermana tampoco, así que yo no creo que pueda', les dicen. Esto no es verdad. Todas las mujeres tienen cantidad de leche suficiente para alimentar a sus bebés”, señala.

Biberones para dormir más y otras falacias
“Yo te crie con biberón y has crecido bien hermosa”. Esta frase estelar en boca de no pocas abuelas puede provocar que en un momento de flaqueza –y quién no lo tiene tras dar a luz– algunas mamás recientes sucumban a la leche artificial. “Muchas mujeres, incluso antes de parir, ya preparan los biberones y compran leche de fórmula por si acaso”, apunta la matrona. “En esos momentos de dificultad en los que la madre tiene grietas o mastitis [inflamación de mama], las personas a su alrededor le aconsejan que abandone. Con todo el amor del mundo, pero erróneamente”.

La subida de la leche se produce dos o tres días después del nacimiento. Hasta ese momento, el bebé se alimenta de calostro (líquido similar a la leche, pero mucho más denso y pegajoso). Es una práctica bastante frecuente suplementar el calostro con biberones, a pesar de que, como dice la experta, se trata de un error que puede costar caro. "Si le das el biberón, el bebé succiona menos el pecho y no tiene lugar el estímulo que provoca que entre en acción el funcionamiento de las hormonas implicadas en la lactancia, la prolactina y la oxitocina", indica Fernández. Igualmente extendida está la idea de que si se le da biberón por la noche, el bebé dormirá más tiempo seguido. “Esto no favorece en absoluto la lactancia. Es por la noche cuando se produce una mayor producción de leche”, dice la matrona.

“La lactancia artificial es el experimento más duradero sin grupo de control ni consentimiento informado en la historia de la medicina”. La frase de Frank Oski (1932-1996), catedrático de pediatría de la Universidad John Hopkins y editor de la revista Pediatrics, se repite entre lactivistas como la pediatra Ibone Olza, quien señala que estudios de resonancia magnética muestran las diferencias en el desarrollo de la sustancia blanca cerebral entre niños amamantados y niños no amamantados, e incluso las diferencias entre amamantados 12 meses o más de 15. “El cerebro madura de manera diferente con relación al amamantamiento. La lactancia no es solo la leche, también la estimulación sensorial”.

¿Qué pasa si la madre, por la razón que sea (enfermedad crónica, virus del VIH, medicamentos incompatibles…), no puede dar el pecho? “Que dé el biberón como si fuera el pecho. Con mucho contacto piel con piel”, responde Olza.

FUENTE : elpais.com