 
 
La resistencia a los antibióticos, un tema que alarma y avanza en el país.
     Los antibióticos ya no sirven más; no existe ya cura para la  neumonía ni para la meningitis ni para la tuberculosis; cualquier  infección, cualquier lastimadura puede llevar a la muerte.
 
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| SIGAN USANDO ANTIBIOTICOS PARA TODO !!! | 
  Esta grave noticia está a punto de ser verdadera: la OMS hizo un  llamado de último minuto a fin de “despertar antes de que sea demasiado  tarde” para tomar medidas ante el hecho de que, por el mal uso de  antibióticos y otros antimicrobianos, los gérmenes patógenos, cada vez  más, se han hecho inmunes.
   En las causas de la resistencia a los antimicrobianos (particularmente  grave en la Argentina y el resto de América latina) se eslabonan escenas  desdichadas de la salud pública: el empleado de farmacia que, sin  receta, le vende un antibiótico a quien no lo necesita; el médico que  –apurado, para que no lo sancione el dueño de la clínica por tardar en  la consulta– prefiere recetar un antibiótico antes que usar tiempo en  explicar por qué no es necesario; los padres que interrumpen el  tratamiento de su nene porque, total, ya le bajó la fiebre. Pero,  también, el hospital o la clínica privada que –aun por falta de medidas  elementales como el lavado de manos– permiten el desarrollo de cepas de  bacterias multirresistentes. Y, todavía, están los mayores usuarios de  antibióticos del mundo: los pollos y chanchos de criadero, que,  consumidos por humanos, transmiten estas bacterias. Por último, cuando  la situación exige desarrollar nuevos medicamentos para reemplazar los  que ya no son efectivos, las empresas farmacéuticas no investigan en el  área porque no les es rentable.
   ¿Cómo es eso de que, en la Argentina, cualquier empleado de farmacia  “receta” un antibiótico? “Si bien en casi todos los países de América  latina está prohibido dispensar antibióticos sin prescripción médica, la  aplicación y fiscalización de la norma no es nada fácil”, señaló José  Luis Castro, asesor en uso racional de medicamentos de la OPS. Por su  parte, Marcelo Galas –jefe del departamento de bacteriología del  Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de la Anlis, Ministerio  de Salud de la Nación– observó que “en Estados Unidos o Europa es  imposible comprar un antibiótico en farmacia sin receta médica” y  destacó el papel del periodismo: “En Chile, sólo cuando el tema  salió a los medios de comunicación el gobierno logró hacer cumplir la  norma de venta de antibióticos sólo bajo receta archivada”.
   Sin embargo, el hecho de que el antibiótico lo recete un médico no es  garantía de buen uso. Alcides Troncoso –profesor titular de  microbiología en la UBA y miembro del comité de infecciones  intrahospitalarias del Hospital Muñiz– enumeró “usos incorrectos” de los  antibióticos: ante todo, “el antibiótico se usa como sedante –metaforizó—, tanto para el médico como para la familia del paciente: ‘Yo me quedaría más tranquila, doctor, si le diera un antibiótico al nene’.  Y, para el médico, hacer una receta toma menos de un minuto, mientras  que explicar por qué ese antibiótico no hace falta llevaría mucho más  tiempo”. ¿Y por qué no tiene tiempo el médico?: “Especialmente en  clínicas privadas se controla cuánto está el médico con cada paciente y,  si tarda ‘demasiado’, se le aplica una sanción”, contestó el profesor  de la UBA, revelando que una de las causas ocultas del incremento en la  resistencia bacteriana a los antibióticos es la sobreexplotación laboral  en el ejercicio de la medicina".
   Pero hay más usos incorrectos: “Se usa el antibiótico como  ‘antitérmico’, simplemente porque un paciente tiene fiebre, en lugar de  dar paracetamol o ibuprofeno y estudiar la causa de la temperatura”, agregó Troncoso, y dijo más: “Se  lo usa para tratar infecciones virales, pero los antibióticos no curan  ni el resfrío ni la gripe ni la tos. Está bien, sí, que el médico los  recete para una faringitis con placas de pus, pero no para la mayoría de  las infecciones respiratorias habituales. Tampoco deberían usarse  indiscriminadamente para procesos de inflamación de ganglios, que en  general son de origen viral”, ejemplificó.
   Eduardo López –presidente de la Sociedad Argentina de Infectología  Pediátrica y jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños  Ricardo Gutiérrez– corroboró que “en pediatría hay un uso abusivo de antibióticos en infecciones de vías aéreas superiores”.  La entidad que preside López denunció hace unos meses la presencia de  cepas resistentes de Staphylococcus aureus en la población infantil  (www.pagina12.com.ar, 8 de octubre de 2010).
   Además, suele olvidarse que, para saber qué antibiótico es el adecuado, hay que hacer pruebas de laboratorio: “No existe urgencia en infectología que impida tomar una muestra de sangre o de orina”, advirtió Troncoso, y dio un ejemplo habitual: “Si  hay síntomas de infección urinaria, no se justifica empezar tratamiento  sin haber tomado una muestra para determinar qué antibiótico  corresponde”.
   Y el uso irresponsable de antimicrobianos también puede perjudicar,  silenciosamente, a la persona que cree haberse curado gracias al  medicamento. Liliana Clara, pionera en la Argentina de la Alianza para  el Uso Prudente de los Antimicrobianos (APUA) y titular del Comité de  Control de Infecciones del Hospital Italiano de Buenos Aires, explicó  que “aunque clínicamente el paciente se cure, si tiene alguna  predisposición, por ejemplo en el pulmón o en el aparato urinario,  quedarán acantonadas cepas de bacterias resistentes, dispuestas para el  siguiente ataque”. La OMS advirtió que el problema concierne no  sólo a los antibióticos sino también a los antimicrobianos destinados al  paludismo o al VIH-sida.
   Hospital que enferma
Aun cuando se resolvieran todos los problemas en la administración de  antibióticos en la comunidad, subsistiría la principal fuente de  resistencia bacteriana: las infecciones intrahospitalarias.
“En hospitales y clínicas se han desarrollado especies de bacterias  muy resistentes, especialmente en las unidades de terapia intensiva –advirtió Pilar Ramón, asesora en resistencia a los antimicrobianos de la OPS—. "Ahora  mismo hay un problema con la aparición de una cepa resistente de la  bacteria Klebsiella: apareció primero en Europa, después se extendió a  Estados Unidos y empieza a detectarse, en forma alarmante, en América  latina; la Argentina, que tiene una red de vigilancia de resistencias  muy bien organizada, fue uno de los países que, hace un año, dieron el  alerta. La Klebsiella es agente de la neumonía, que se presenta sobre  todo en unidades de cuidados intensivos por contaminación del  instrumental utilizado para respiración asistida. La mortalidad por esta  cepa de Klebsiella está por encima del 50 por ciento de los pacientes.”
   ¿Por qué pasa esto en los hospitales? Marcelo Galas contesta: “En  los hospitales se emplean cantidades impresionantes de antibióticos por  falta de adecuados procedimientos de control de infecciones: porque los  pacientes se infectan”. Por ejemplo, “el año pasado en la  Argentina, nuestro Instituto dio un alerta nacional sobre resistencia,  en muchos hospitales, al carbapenem y otros antibióticos de la misma  familia: las alternativas de tratamiento llegaron a ser prácticamente  nulas. Ante situaciones tan extremas, ante esa sensación de que ya no  queda nada, los médicos se asustan mucho: se reforzó fuertemente el  control, y en general se logró controlar la emergencia de cepas  resistentes; algunos hospitales directamente erradicaron el germen,  aunque a un costo enorme. La inversión hubiera debido hacerse antes,  para prevenir”.
   Desde la OPS, Castro destacó que “la multirresistencia en los  hospitales no es inevitable: a veces no se tiene muy en cuenta algo muy  simple pero de alta efectividad: el lavado de manos de los médicos”. El  especialista de OPS destacó “la importancia de que en los hospitales  haya comités de infecciones”.
   Troncoso –desde el comité de infecciones intrahospitalarias del Muñiz– precisó que “cada  hospital y cada clínica privada deben tener un comité de control de  infecciones con al menos un médico infectólogo y una enfermera  epidemiológica: no sólo para ejercer la vigilancia que prevenga  infecciones intrahospitalarias, sino también para verificar que cada  prescripción de antibióticos sea la adecuada. Hoy estos comités existen  en algunos hospitales pero son más raros en las clínicas privadas, donde  suelen considerarlos ‘demasiado gasto’”.
   Por todo esto, la OMS requirió una “acción urgente”, ya que “el mundo  está a punto de perder las curas milagrosas” que brindan los  antimicrobianos. Margaret Chan, directora general de la entidad mundial,  advirtió que “más y más fármacos esenciales están fallando; el  arsenal se reduce; la velocidad con la que se pierden medicamentos  supera el desarrollo de drogas de reemplazo”. Mirta Roses, titular de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), advirtió sobre “la  amenaza de hacer retroceder al mundo a la era preantimicrobiana, cuando  no existía tratamiento eficaz para la neumonía, la meningitis, la  malaria o la tuberculosis”; pidió “despertar antes de que sea  demasiado tarde” y advirtió que “la resistencia a los medicamentos no  está en el horizonte futuro: se encuentra en nuestra realidad cotidiana”.
    
   Fuente: Página 12