30 de julio de 2014

MÁS EL 4 HS DE VIAJE AUMENTAN RIESGOS DE TROMBOSIS.

El riesgo de sufrir trombosis sube en los viajes largos del verano

Episodios de trombosis pueden darse cuando se alcanzan las cuatro horas de trayecto.
El riesgo se estima en uno de cada 4.000 o 5.000 vuelos prolongados.
La trombosis es parte del denominado 'síndrome de la clase turista’.
Con la llegada de las vacaciones los viajes largos se incrementan. Los expertos advierten sobre la posibilidad de que aparezcan en las personas más susceptibles episodios de trombosis, la Enfermedad Trombo Embólica Venosa (ETEV), cuando se alcanzan las cuatro horas de trayecto, tanto en avión como en coche o autobús.

Es una de las conclusiones del proyecto WRIGHT, llevado a cabo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los peligros mundiales de los viajes. La trombosis es la aparición de un coágulo, un proceso natural que se produce en la sangre para detener las hemorragias, fuera de lugar.

La trombosis es la aparición de un coágulo, un proceso natural, pero fuera de lugar.  La inmovilidad, el reposo prolongado y la compresión de estructuras venosas están relacionadas con la aparición de trombosis, por lo que estos mecanismos son los que se implican también en las trombosis relacionadas con los viajes, según advierte el vicepresidente del Capítulo de Flebología y Linfología (CEFyL) de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV) y profesor de Cirugía de la Universidad de Granada, Fidel Fernández Quesada.

Según la OMS, el riesgo de sufrir una trombosis se estima en uno de cada 4.000 o 5.000 vuelos prolongados, cifra que se puede extrapolar a los desplazamientos largos en general. Aunque el riesgo pueda parecer bajo, Fernández Quesada considera que si se estima el número de pasajeros que vuelan cada día en el mundo, o que hacen un desplazamiento muy prolongado en coche, autobús o tren, la cifra de casos al año es "muy importante", más en épocas como el verano.

Este riesgo es parte del denominado 'síndrome de la clase turista’. Este síndrome se refiere a los trastornos causados por la limitación de movimientos que se tiene durante los trayectos largos y presenta síntomas como la sensación de hinchazón en las piernas, hormigueo, molestias, mareos y dolor. Si estos se agravan pueden acarrear la llamada trombosis del viajero, que se produce por la aparición de trombosis en las venas de las piernas generalmente en sujetos que tienen una alteración de la coagulación o han sufrido trombosis previa, según los expertos.

La SEACV ha ofrecido cinco recomendaciones para que los viajes largos no impliquen riesgos:

Realizar ejercicios de extensión y flexión cada hora moviendo los brazos y las piernas
Ponerse ropa poco ajustada de fibra natural que permita la transpiración
Beber abundantes líquidos (no café ni alcohol)
Evitar que las piernas tengan posturas forzadas
En caso de pacientes con alto riesgo de sufrir trombosis, consultar con su médico sobre alternativas farmacológicas
El verano es momento para poner en marcha estrategias que alivien la circulación. Hay varios tipos de pacientes susceptibles al riesgo de trombosis: los que la han sufrido ya previamente, están convalecientes de una cirugía o una enfermedad reciente y aquellas personas que padecen una alteración genética o adquirida que predispone a la trombosis (trombofilias familiares, procesos oncológicos, algunos fármacos, embarazos o uso de tratamientos hormonales), explica el doctor añadiendo que el riesgo es mayor en pacientes con obesidad importante o con signos de deshidratación, y que se incrementa en función de las horas de inmovilidad y de las condiciones de incomodidad del viaje.

Por último, Fernández destaca la gran ventaja que supone la llegada del verano para nuestra salud, y es que "se dispone de más tiempo para realizar una vida más sana y para poner en marcha una serie de estrategias que pueden suponer un alivio para nuestra circulación".

Para ello, el experto propone aprovechar las vacaciones para cambiar los hábitos de dieta (menos grasas y calorías), modificar los hábitos de ejercicio (como andar por la playa o en la hierba del jardín), practicar natación (un ejercicio muy adecuado para el retorno venoso porque se ejercitan los músculos de todo el cuerpo), y la aplicación de cremas de efecto frío o masajes directamente con crema fría, ya que disminuye la congestión, hinchazón y cansancio de las piernas que producen el calor y la inmovilidad.

FUENTE : 20minutos.es